El envejecimiento masculino viene acompañado de cambios biológicos graduales en el eje hipotálamo-hipófisis-gonadal y en la sensibilidad de los tejidos a los andrógenos. En México, este tema cobra relevancia no solo por el interés creciente de los hombres en la salud sexual y el rendimiento físico, sino porque la población está envejeciendo con rapidez: entre 2018 y 2023, la proporción de personas de 60 años y más pasó de 12.3% a 14.7% del total nacional. Este dato marca una transición demográfica que presiona a los servicios de salud y amplía la discusión sobre cuándo y cómo evaluar y tratar la deficiencia de testosterona en adultos mayores.
¿Qué es “baja testosterona” y qué no lo es?
Tener una medición aislada de testosterona total “baja-normal” no equivale, por sí mismo, a un diagnóstico. Las guías clínicas vigentes recomiendan que la deficiencia de testosterona se diagnostique únicamente cuando se combinan:
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síntomas y/o signos compatibles, y
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dos mediciones matutinas de testosterona total por debajo de un umbral razonable (habitualmente <300 ng/dL), tomadas en días distintos y en el mismo laboratorio para reducir la variabilidad analítica.
Entre los síntomas cardinales están la disminución del deseo sexual, disfunción eréctil, reducción de energía, pérdida de masa y fuerza muscular, aumento de grasa visceral, irritabilidad o bajo estado de ánimo, y disminución de la densidad mineral ósea con riesgo de fracturas. Signos y comorbilidades que orientan a buscar el diagnóstico incluyen anemia inexplicada, pérdida de densidad ósea, diabetes tipo 2, uso crónico de opioides o corticoides, VIH, hipopituitarismo y antecedentes de quimioterapia o radiación testicular.
Cómo evaluar a un hombre mayor en México
Para una evaluación de calidad en el sistema público (IMSS/ISSSTE/SSA) o privado, el proceso clínico recomendado incluye:
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Historia y exploración física enfocadas en la esfera sexual, el ánimo, el rendimiento físico, el sueño y el riesgo óseo; revisión de fármacos y comorbilidades.
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Laboratorio matutino (entre 7 y 10 a. m.): dos testosteronas totales en días distintos. En resultados limítrofes o discordantes con síntomas importantes, valorar testosterona libre calculada o por diálisis de equilibrio y SHBG.
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Antes de tratar: hemoglobina/hematócrito (para prevenir policitemia), PSA y tacto rectal en >40 años o con factores de riesgo, y evaluación del riesgo cardiovascular. Si hay ginecomastia o dolor mamario, medir estradiol.
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Estudios adicionales según el caso: perfil tiroideo, prolactina, panel metabólico, densitometría ósea en sospecha de osteoporosis o fracturas por fragilidad.
¿Cuándo considerar terapia de reemplazo con testosterona (TRT)?
Si el paciente sí tiene síntomas y sí confirma niveles consistentemente bajos, la TRT es una opción razonable tras discutir beneficios y riesgos. De acuerdo con guías de urología validadas en 2024, la TRT puede mejorar: función sexual, deseo, anemia, densidad mineral ósea, masa magra y, en algunos casos, síntomas depresivos. No es una “cura antiedad” ni está indicada para hombres sin síntomas o con niveles normales.
Vías disponibles en México
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Geles transdérmicos (uso diario, liberación estable; cuidado con transferencia a convivientes).
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Inyectables (enantato/cipionato, undecanoato): intervalos quincenales a trimestrales, con picos y valles si no se dosifica con cuidado.
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Parches o cápsulas de undecanoato: menos comunes, pueden ser alternativas cuando existen problemas con las otras presentaciones.
El objetivo terapéutico suele ser llevar la testosterona a la mitad del rango normal del laboratorio, evitando picos suprrafisiológicos. La selección depende de preferencias del paciente, disponibilidad local y costo.
¿Quién NO debe recibir TRT?
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Hombres que buscan fertilidad a corto plazo (la TRT suprime la espermatogénesis).
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Cáncer de próstata o de mama activo (en historia de cáncer de próstata tratado, la evidencia para uso de TRT es insuficiente y debe individualizarse con urología).
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Policitemia significativa no controlada, apnea de sueño no tratada, insuficiencia cardíaca descompensada o eventos trombóticos recientes: requieren corrección y/o valoración estrecha.
Conclusión
“Testosterona y envejecimiento” no debe reducirse a una dicotomía de “poner o no poner hormonas”. En la población mexicana que envejece aceleradamente, el abordaje responsable exige diagnóstico certero, selección cuidadosa del candidato, información balanceada sobre beneficios y riesgos (incluida la evidencia cardiovascular más reciente) y seguimiento estructurado. Con ello, muchos hombres mayores con verdaderos cuadros de deficiencia androgénica podrán recuperar función sexual, energía y masa muscular de forma segura, mientras se minimizan riesgos, se corrigen causas reversibles y se preserva lo más importante: la salud integral y la autonomía en la vejez.
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Este material es de carácter educativo e informativo únicamente, no sustituye ni reemplaza la consulta profesional, y en ningún caso deberá tomarse como consejo, tratamiento o indicación médica. Ante cualquier duda deberá consultar siempre con su médico de confianza.
Fuentes bibliográficas
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INEGI. Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2023. Comunicado 305/24, 22 de mayo de 2024. (Estructura por edad: la población de 60+ pasó de 12.3% a 14.7% entre 2018 y 2023).
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Lincoff AM, Bhasin S, Nissen SE, et al. Cardiovascular Safety of Testosterone-Replacement Therapy. New England Journal of Medicine. 2023;389:107-117. (Ensayo TRAVERSE: no inferioridad en MACE; mayor incidencia de FA, LRA y EP).
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American Urological Association. Evaluation and Management of Testosterone Deficiency. Publicado 2018; validez confirmada 2024. (Criterios diagnósticos, umbral de 300 ng/dL, monitoreo y consejería).
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