En México, ser padre ha significado durante generaciones proveer, proteger y educar, pero rara vez implicaba mostrar vulnerabilidad o expresar afecto abiertamente. Sin embargo, los tiempos han cambiado: las nuevas generaciones de hombres enfrentan un desafío distinto, el de redefinir la paternidad desde las emociones, dejando atrás estereotipos de dureza y aprendiendo a criar desde la empatía, la comunicación y la presencia afectiva. La “paternidad emocional” se ha convertido en un concepto emergente que busca romper con la herencia del silencio masculino y promover relaciones familiares más sanas y equitativas.
La paternidad emocional no se define por estar físicamente presente, sino por implicarse afectivamente. Implica escuchar, validar emociones, acompañar y educar sin recurrir a la violencia. En un país donde aún persisten patrones machistas, este modelo supone un giro profundo: los hombres que aprendieron a reprimir emociones y evitar muestras de cariño hoy deben aprender a expresarlas con sus hijos. “Los niños que crecen con figuras paternas emocionalmente disponibles desarrollan mejor autoestima, habilidades sociales más sólidas y una mayor regulación emocional”, explica la psicóloga mexicana Verónica Olvera, especialista en salud familiar.
Históricamente, el rol del padre estuvo marcado por la figura del proveedor. En el México rural y urbano de mediados del siglo XX, el padre representaba la autoridad y el sustento económico, mientras las madres asumían el cuidado y la educación emocional. Esa división rígida de tareas invisibilizó las necesidades afectivas masculinas y limitó el contacto entre padres e hijos. En las últimas décadas, el cambio de dinámicas familiares, la incorporación de las mujeres al mercado laboral y la creciente visibilidad de los derechos de los niños han obligado a replantear esos roles.
La paternidad emocional también implica enfrentar heridas propias. Muchos hombres mexicanos crecieron en entornos donde expresar sentimientos era mal visto, y fueron educados bajo frases como “los hombres no lloran”. Esta represión emocional se traduce en adultos que tienen dificultad para comunicar afecto o manejar frustraciones. En los últimos años, se ha detectado un aumento en los problemas de salud mental masculina —depresión, ansiedad y adicciones— relacionados con la falta de herramientas para gestionar emociones. Según la Secretaría de Salud, los hombres representan el 80% de los casos de suicidio en el país, un indicador preocupante de las consecuencias del silencio emocional.
La figura del padre afectivo no solo impacta la salud emocional de los hijos, sino también la de las parejas. Estudios realizados por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) indican que los hogares donde los padres participan activamente en la crianza tienen menores niveles de conflicto y estrés. Las madres experimentan menos sobrecarga y los hijos desarrollan conductas más empáticas y cooperativas. La presencia emocional del padre, por tanto, beneficia a toda la estructura familiar.
El auge de las redes sociales también ha sido clave para visibilizar esta transformación. Cuentas de padres jóvenes, terapeutas y activistas comparten experiencias, consejos y reflexiones sobre crianza afectiva. Plataformas como TikTok y YouTube han permitido que la figura del “papá presente” se normalice y se asocie con orgullo, no con debilidad. Este fenómeno mediático ha ayudado a que hombres de distintas edades se sientan identificados y motivados a participar emocionalmente en la vida de sus hijos.
En el ámbito educativo, algunas escuelas mexicanas han empezado a incluir talleres sobre paternidad activa, buscando integrar a los padres en el entorno escolar. La participación masculina en juntas, festivales y actividades escolares no solo fortalece el lazo familiar, sino que también transmite a las nuevas generaciones el mensaje de que el cuidado no tiene género.
En el siglo XXI, ser un “buen padre” implica más que llevar el sustento a casa. Significa estar disponible, comunicar, acompañar y cuidar. Significa también reconocer emociones, pedir ayuda y mostrarse humano. La paternidad emocional no debilita a los hombres; los humaniza.
México avanza, aunque lentamente, hacia un modelo de masculinidad más saludable y equitativo. Los nuevos padres enfrentan el reto de desaprender, de hablar de lo que antes se callaba y de criar desde el amor consciente. Y aunque el camino está lleno de obstáculos culturales y estructurales, cada abrazo, cada conversación y cada gesto de empatía son pasos hacia una sociedad más sana, más justa y más humana.
Este material es de carácter educativo e informativo únicamente, no sustituye ni reemplaza la consulta profesional, y en ningún caso deberá tomarse como consejo, tratamiento o indicación médica. Ante cualquier duda, deberá consultar siempre con su médico de confianza.
Fuentes bibliográficas:
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Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo y Participación Paterna en el Cuidado Infantil, 2024.
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Secretaría de Salud de México. Informe Nacional de Salud Mental y Bienestar Masculino, 2023.
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Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred). Percepciones sobre paternidad y roles de género en hombres jóvenes en México, 2024.












