Ejercicio para el alma: ¿Por qué bailar rejuvenece el cuerpo y la mente?

Bailar no solo es una expresión artística o una actividad recreativa: es también una poderosa herramienta para la salud integral, especialmente en la tercera edad. En México, donde más de 18 millones de personas tienen 60 años o más, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el baile se ha convertido en una de las actividades más recomendadas por médicos y especialistas en envejecimiento activo. Este ejercicio, lleno de ritmo, emoción y conexión social, rejuvenece el cuerpo y la mente, ayudando a mantener la vitalidad y prevenir enfermedades físicas y cognitivas.

Diversos estudios han comprobado que el baile mejora la salud cardiovascular, la fuerza muscular y la coordinación, además de estimular funciones cerebrales esenciales. El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) promueve desde hace varios años programas de baile como parte de sus estrategias de envejecimiento saludable. Estos talleres, que se realizan en clínicas y centros comunitarios, buscan fomentar la movilidad, la memoria y el bienestar emocional de los adultos mayores.

Fisiológicamente, bailar activa todo el cuerpo. El movimiento constante ayuda a mantener la flexibilidad, la resistencia y el equilibrio, reduciendo el riesgo de caídas, una de las principales causas de lesiones en personas mayores. Además, el baile mejora la circulación y la capacidad pulmonar, lo que contribuye a una mejor oxigenación y a la regulación de la presión arterial. Según la Secretaría de Salud, el baile puede considerarse una forma de ejercicio aeróbico moderado, comparable con caminar a paso rápido, pero con el beneficio añadido del placer y la motivación emocional que genera la música.

Pero los beneficios no son solo físicos. Bailar también es una forma de terapia emocional y cognitiva. La música activa regiones del cerebro relacionadas con la memoria, el placer y la atención, lo que ayuda a prevenir el deterioro cognitivo asociado a la edad. En México, investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han estudiado los efectos del baile en adultos mayores con síntomas tempranos de demencia, observando mejoras en su orientación espacial, memoria a corto plazo y estado de ánimo. El movimiento coordinado al ritmo de la música estimula la plasticidad neuronal, es decir, la capacidad del cerebro para crear nuevas conexiones.

Desde una perspectiva psicológica, el baile ofrece un espacio de libertad y autoestima. Para muchos adultos mayores, representa la oportunidad de reconectar con su cuerpo, sentirse útiles y socialmente activos. Participar en grupos de baile o asistir a clases comunitarias también combate la soledad y el aislamiento, dos factores de riesgo que afectan la salud mental y física en la tercera edad. De hecho, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha reconocido las actividades grupales de baile como estrategias eficaces para promover el bienestar emocional y la inclusión social en adultos mayores.

El impacto emocional del baile es profundo. Al moverse al compás de la música, el cuerpo libera endorfinas y dopamina, neurotransmisores que generan placer y reducen el estrés. Según especialistas del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, estas sustancias ayudan a regular el estado de ánimo y fortalecen el sistema inmune, al disminuir los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Así, el baile actúa como una medicina natural contra la ansiedad, la tristeza y la fatiga emocional.

Las danzas tradicionales mexicanas, además, ofrecen un beneficio adicional: fortalecen la memoria cultural y colectiva. Bailes como el son jarocho, la jarana y el huapango no solo ejercitan el cuerpo, sino que también mantienen viva una parte esencial del patrimonio nacional. En comunidades rurales, los talleres intergeneracionales de danza permiten que adultos mayores transmitan su conocimiento a niños y jóvenes, generando vínculos afectivos y fortaleciendo la cohesión social.

Desde el punto de vista médico, el baile es una intervención accesible, económica y segura. No requiere equipamiento costoso ni espacios especializados, y puede adaptarse a las capacidades físicas de cada persona. Los especialistas recomiendan sesiones de entre 30 y 60 minutos, al menos tres veces por semana, combinando movimientos suaves con pausas de descanso. Ritmos como el danzón, la salsa o el tango son ideales para ejercitar el equilibrio y la coordinación sin sobrecargar las articulaciones.

El envejecimiento saludable implica más que prolongar la vida: se trata de vivirla con energía, propósito y alegría. En ese sentido, el baile se convierte en una metáfora poderosa de la resiliencia humana. Cada paso, cada ritmo y cada giro representan una afirmación de vitalidad frente al paso del tiempo. Bailar rejuvenece porque reactiva la conexión entre cuerpo, mente y emoción; porque transforma la rutina en celebración y la nostalgia en movimiento.

Para la tercera edad en México, el baile no es solo un ejercicio físico, sino un ritual de esperanza y autodescubrimiento. En las pistas improvisadas de los parques y salones comunitarios, hombres y mujeres mayores demuestran que el espíritu no envejece mientras haya música para mover el alma.

Este material es de carácter educativo e informativo únicamente, no sustituye ni reemplaza la consulta profesional, y en ningún caso deberá tomarse como consejo, tratamiento o indicación médica. Ante cualquier duda deberá consultar siempre con su médico de confianza.

Fuentes bibliográficas:
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). “Estadísticas a propósito del Día Internacional de las Personas de Edad 2024.”
Secretaría de Salud de México. “Guía para el envejecimiento saludable y activo.”
Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz. “Beneficios del baile en la salud mental y emocional.”

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