Cuidado de la piel y enfermedades dermatológicas frecuentes en adultos mayores mexicanos

El envejecimiento cutáneo es un proceso universal que en México adquiere particular relevancia por la combinación de envejecimiento poblacional y años de exposición solar intensa en muchas regiones. La piel de los adultos mayores sufre cambios estructurales —pérdida de colágeno y elastina, adelgazamiento epidérmico, disminución de las glándulas sebáceas y sudoríparas— que la hacen más seca, frágil y vulnerable a infecciones, lesiones traumáticas y daño acumulativo por radiación ultravioleta. Estos cambios condicionan tanto la aparición de enfermedades crónicas como la necesidad de adaptar los cuidados diarios para preservar la salud y la calidad de vida.


Xerosis y prurito: la pareja más frecuente

La xerosis (sequedad cutánea relacionada con la edad) y el prurito (picazón) asociado son las condiciones más comunes entre los adultos mayores. La reducción de la barrera lipídica cutánea y la menor capacidad de retención de agua provocan sequedad con frecuencia. Estos síntomas no sólo generan incomodidad, sino que pueden afectar el sueño, la movilidad y el estado emocional si se vuelven crónicos. Su manejo básico incluye hidratación diaria con productos con lípidos y ceramidas, baños cortos con agua tibia, jabones suaves y evitar telas o sustancias irritantes.


Dermatoporosis y fragilidad cutánea

La dermatoporosis es un síndrome que engloba atrofia cutánea avanzada, aparición de hematomas fáciles (“púrpura senil”), pseudocicatrices, equimosis y erosiones con traumas leves. En adultos mayores mexicanos se han identificado factores de riesgo como la edad avanzada, polifarmacia (incluyendo uso prolongado de corticoides), enfermedades crónicas (como diabetes e insuficiencia renal) y exposición solar acumulada. Clínicamente es importante porque las lesiones se infectan con más facilidad, cicatrizan lentamente y pueden comprometer la autonomía.


Lesiones por foto-daño: queratosis actínica y cáncer cutáneo

La exposición acumulativa a los rayos ultravioleta convierte a los adultos mayores en un grupo de riesgo significativo para desarrollar queratosis actínicas y cánceres de piel no melanoma —sobre todo carcinoma basocelular y espinocelular—. En México muchas personas han realizado trabajo al aire libre durante décadas, lo que aumenta este riesgo. Es esencial la vigilancia dermatológica regular, el tratamiento oportuno de lesiones precancerosas, y la aplicación habitual de protección solar con factor alto, uso de ropa protectora, sombreros de ala ancha, y evitar la exposición directa en horarios de máxima radiación.


Infecciones, onicomicosis y problemas anexiales

Debido a la pérdida de barrera cutánea, cambios circulatorios y la presencia de enfermedades crónicas, los adultos mayores tienen mayor predisposición para infecciones. Estas pueden ser bacterianas (como celulitis o foliculitis), fúngicas (onicomicosis, tiñas) o virales (herpes zóster). La onicomicosis es especialmente prevalente; puede generar dolor, afectar la deambulación y servir como puerta de entrada para infecciones en personas con diabetes. El herpes zóster también tiene mayor incidencia con la edad; sus complicaciones incluyen la neuralgia postherpética, que puede resultar muy dolorosa y prolongada.


Neoplasias cutáneas benignas y lesiones pigmentadas

Queratosis seborreicas, lentigos solares, angiomas y otras lesiones pigmentadas benignas son comunes en adultos mayores. Aunque muchas son inofensivas, cualquier cambio en color, tamaño, forma, aspecto, sangrado o crecimiento rápido debe motivar su evaluación médica, pues podrían indicar transformación maligna. Es recomendable que tanto los pacientes como sus cuidadores revisen periodicamente toda la superficie cutánea, incluyendo zonas menos visibles como cuero cabelludo, palmas, plantas, pliegues y genitales.

Recomendaciones prácticas para el cuidado cotidiano

  1. Hidratación diaria: aplicar emolientes en piel ligeramente húmeda después del baño; preferir cremas o ungüentos con lípidos y ceramidas.

  2. Baños breves con agua tibia; uso de jabones neutros o sin fragancia; evitar esfregar.

  3. Protección solar diaria en áreas expuestas, con crema de factor alto, reaplicación según actividad, uso de sombrero y ropa adecuada.

  4. Revisión periódica de la piel por personal de salud; atención especial a nuevas lesiones o heridas que no mejoran.

  5. Cuidado de uñas y pies: higiene, corte adecuado, calzado adecuado; derivar ante signos de infección.

  6. Evitar el uso prolongado de corticoides tópicos sin supervisión médica.

  7. Control de enfermedades crónicas como la diabetes o condiciones que afecten la circulación; mantener buen estado nutricional.

  8. Vacunación, si está indicada, para prevenir enfermedades como el herpes zóster.


Conclusión

La piel de los adultos mayores en México enfrenta múltiples agresores: envejecimiento intrínseco, exposición solar, enfermedades crónicas, limitaciones en acceso a atención. Pero aunque algunos cambios son inevitables, muchos de los problemas dermatológicos más frecuentes pueden prevenirse, tratarse de manera temprana o controlarse con intervenciones sencillas. La clave está en educación, cuidados continuos, protección adecuada, vigilancia regular y un sistema de salud que priorice la atención dermatológica geriátrica.

Este material es de carácter educativo e informativo únicamente, no sustituye ni reemplaza la consulta profesional, y en ningún caso deberá tomarse como consejo, tratamiento o indicación médica. Ante cualquier duda deberá consultar siempre con su medico de confianza.

Fuentes bibliográficas:

  • Guendulain Velázquez, B. (2024). Prevalencia de manifestaciones dermatológicas en pacientes atendidos en consulta dermatológica en México. Revista Alergia y Dermatología.

  • Castillo-Cruz, U. R., et al. (2023). Factores asociados a dermatoporosis en una muestra de adultos mayores en México. Revista Médica / SciELO México.

  • Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Guía de Referencia Rápida: Diagnóstico y Tratamiento de la Queratosis Actínica. GPC IMSS-525.

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