La contaminación de fuentes acuáticas —ríos, lagunas y zonas costeras— continúa siendo un problema grave y estructural en México. El vertido de aguas residuales sin tratamiento, descargas industriales, residuos sólidos y microplásticos deteriora la calidad del agua y genera efectos negativos en la salud pública. Los ecosistemas acuáticos, convertidos en receptores de múltiples fuentes contaminantes, terminan afectando el abastecimiento de agua potable, la pesca, el turismo costero y el uso recreativo de playas y ríos.
Alcance y puntos críticos
Se estima que aproximadamente la mitad de los ríos y lagos mexicanos presentan altos niveles de contaminación, según reportes oficiales y medios ambientalistas. Los estados con ríos más afectados incluyen Jalisco, Puebla, Veracruz y Nuevo León, donde las principales causas de polución son descargas industriales, urbanas y agrícolas. Un caso emblemático es el del río Santiago en Jalisco, que acumula metales pesados como plomo y arsénico y representa un riesgo para las comunidades ribereñas. Otro foco importante es el valle del río Atoyac y su afluente Zahuapan, que atraviesan zonas industriales y urbanas densas en Puebla y Tlaxcala, recibiendo grandes volúmenes de aguas residuales sin tratamiento.
Contaminación biológica y riesgos infecciosos
Uno de los impactos más inmediatos y visibles de la contaminación acuática es la presencia de bacterias fecales, virus y otros patógenos. En localidades donde el saneamiento es deficiente, se registran niveles de coliformes superiores a los permitidos en zonas de recreación. Estas condiciones desencadenan brotes de diarrea, gastroenteritis, infecciones intestinales y enfermedades de transmisión hídrica. Adicionalmente, en comunidades rurales se documenta que los menores de cinco años tienen más probabilidad de sufrir enfermedades gastrointestinales cuando habitan zonas donde se utilizan aguas residuales o tratadas para riego o abastecimiento doméstico.
Contaminantes químicos: metales y sustancias tóxicas
Más allá de lo biológico, muchos ríos están contaminados por metales pesados (mercurio, plomo, arsénico, cadmio) y compuestos orgánicos tóxicos vertidos por actividades industriales y mineras. Estos contaminantes se acumulan en sedimentos, en organismos acuáticos y en la cadena alimentaria. El consumo prolongado de pescado y mariscos contaminados representa un riesgo crónico para la salud humana: problemas renales, alteraciones neurológicas, daño en el sistema inmunológico e incluso efectos carcinogénicos.
Microplásticos y contaminantes emergentes
En las últimas décadas ha emergido una amenaza más sutil pero persistente: los microplásticos. En México, un estudio reciente reconstruyó la historia de la contaminación por microplásticos en sedimentos de una laguna costera del Golfo de California, observando que antes de la década de 1950 prácticamente no había partículas plásticas y que desde los años noventa en adelante su abundancia se disparó. Las fibras plásticas —relacionadas al lavado de ropa y efluentes domésticos— constituyen entre dos tercios y casi el 90 % del total de microplásticos hallados.
Estos fragmentos plásticos pueden actuar como vectores de sustancias químicas tóxicas y microorganismos, penetrar en organismos marinos y, eventualmente, llegar al cuerpo humano por medio de alimentos acuáticos. En estudios mexicanos recientes se han detectado microplásticos en tejidos de organismos marinos, así como en alimentos de origen acuático. Los efectos posibles incluyen inflamación crónica, estrés oxidativo, alteraciones celulares y acumulación de aditivos plásticos, aunque la evidencia epidemiológica directa en humanos aún es limitada.
Riesgos para la salud a corto y largo plazo
A corto plazo, la exposición al agua contaminada se manifiesta en enfermedades gastrointestinales, infecciones de piel y oído, malestar digestivo y brotes epidémicos en casos extremos. Con el tiempo, la exposición a metales pesados y contaminantes persistentes puede provocar daño renal, disfunción neurológica, efectos en el sistema reproductivo y aumento del riesgo de cáncer. Los microplásticos y sus aditivos representan una amenaza emergente con efectos aún poco comprendidos, pero susceptibles de incrementar la carga de enfermedades emergentes.
Medidas urgentes recomendadas
Para mitigar los impactos sobre la salud pública se requieren acciones urgentes y coordinadas:
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Inversión fuerte en infraestructura de saneamiento y plantas de tratamiento operativas y eficientes.
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Reglamentación y fiscalización efectiva de descargas industriales, mineras y agrícolas.
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Vigilancia ambiental y sanitaria en tiempo real con datos accesibles al público y mecanismos de alerta temprana.
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Educación comunitaria sobre manejo de residuos, uso seguro del agua y consumo responsable de productos acuáticos.
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Estrategias nacionales para reducir plásticos de un solo uso, promover reciclaje y adoptar modelos de economía circular.
Conclusión
La contaminación de ríos y mares en México representa una amenaza tangible e interconectada a la salud pública, el tejido social y la economía local. Los daños ya no son hipotéticos sino reales: poblaciones con enfermedades vinculadas, pescadores con pérdidas y ecosistemas acuáticos degradados. Si bien hay avances en monitoreo y cooperación internacional, la escala del problema demanda mayor voluntad política, recursos y participación ciudadana. La salud humana y la salud ambiental no pueden entenderse por separado: asegurar agua limpia es, en última instancia, asegurar bienestar colectivo.
Este material es de carácter educativo e informativo únicamente, no sustituye ni reemplaza la consulta profesional, y en ningún caso deberá tomarse como consejo, tratamiento o indicación médica. Ante cualquier duda deberá consultar siempre con su médico de confianza.
Fuentes bibliográficas
Hernández Calderón, M. L., Aguillón Gutiérrez, D. R., Díaz Barriga Arceo, S. (2024). Rastreando peligros invisibles: el impacto de los microplásticos en la salud humana. Boletín de la Sociedad Química de México.
“Diagnóstico de la calidad del agua en los ríos de la cuenca del Valle de México (2012-2018)”. Informe oficial de gobierno mexicano.
Gobierno de Jalisco / Evaluación sobre afectaciones a la salud por la contaminación del río Santiago (informe estatal, 2024).